sábado, 9 de enero de 2010

El Retorno

He regresado a esta urbe amarillenta
que enamora con la luz de la noche,
la cual sin ningún reproche
mi cuerpo por sus calles alienta,

situada en la tierra de la raya
ciudad más bien conocida,
por su población universitaria
población que jamás la olvida,

por la noche encontraras algunos torpes
los cuales van a trancas y barrancas,
ciudad rodeada por el Tormes,
en efecto el retorno a Salamanca

martes, 5 de enero de 2010

Primeros contactos (parte II)

Bajé del autobús. Ya había anochecido. Pensé, joder mañana otra vez lunes, vuelta a la rutina. Cogí mi maleta y subí en un taxi. ¿A donde va?. Déjeme en el veinticuatro horas de la Gran Vía. En es momento me dí cuenta de una cosa. Mucho avance informático, mucho avance en telefonía móvil, energías renovables, pero ¿que cojones pasaba con la radio de los taxis? Nunca he sido capaz de entender lo que dicen. Llegue a mi destino. Son cinco euros con setenta señor. Metí mis manos en mis bolsillos en búsqueda de un maltrecho y arrugado billete de diez, que tenía en alguna parte. Le pague, me saco la maleta del maletero y se largo en la profundidad de la noche. Fue cuando me di cuenta que en toda la Gran Vía había un apagón, dando un aspecto lúgubre a la avenida. Cruce con el semáforo sin funcionar. Me dirigí a mi piso cerca de la plaza San Justo. Al llegar a mi portal vi que algún borracho había vomitado en él. No le di mucha importancia, pues siempre había algún vómito o alguna meada de algún sujeta muros. Subí las escaleras, pues vivía en un primero y abrí la puerta.

Todo estaba a oscuras. Mi compañero de piso no daba señales de vida. Fue justamente cuando iba a preguntar si había alguien en casa, tropecé con algo en el salón y caí de bruces al suelo. Con un dolor punzante en la cabeza del golpe, palpe el suelo y encontré el escollo que había en mi camino. Se trataba de mi compañero de piso borracho tirado en el salón. Por el hedor que desprendía su boca supuse que el vómito del porta era de él. Me incorpore, lleve mi maleta hasta mi cuarto, y volví al salón. Con mi pie derecho empecé a zarandearlo. He despierta, ¿sigues vivo?. Un sonido ininteligible salió desde su garganta. Intente moverlo con un brazo pero parecía un trabajo digno del rey Arturo. Use los dos brazos cargándolo sobre mi espalda. Si que pesas mamón. Lo lleve hasta su habitación y lo tumbé sobre la cama. Mañana ya me cuentas que cubo de fregar te bebiste. Cogí el teléfono y me puse a leer los mensajes del contestador. “Usted tiene dos mensajes nuevos”. “Primer mensaje recibido hoy a las uno, cuatro, uno, cinco”. “Duración del mensaje seis segundos”. ”Hey tío, ¿donde te has metido este fin de semana? Llamame cuando llegues”. “ Segundo mensaje recibido hoy a las uno, seis, tres, cero”. “Duración del mensaje diez segundos”. “Hola soy Gimena, ¿sigue el plan de mañana?... espero que no te olvides de mi..., un beso, mañana nos vemos”. ¡Hostias!, se me había olvidado que había quedado con Gimena. Cogí un yogurt de la nevera y me fui a dormir.

A la mañana siguiente me desperté con bastante hambre, pero no tenía gran cosa en casa. Me duche, me vestí y baje al bar de abajo. Buenos días un solo doble y dos donuts. Tras desayunar pague al camarero. Perdona, ¿me enciende la máquina de tabaco?. Compré un paquete de Ducados, y salí a la gélida mañana salmantina. Hacía un poco de viento y me dí un par de vueltas más a la bufanda, “La Kilométrica” como la llamaba yo. Fui al estanco de la calle Prior, al que siempre iba. Buenas, tabaco de pipa por favor. ¿Cual quiere?. El de siempre. Al salir del estanco mire mi reloj de bolsillo. Mierda voy a llegar tarde. Me dirigí a la parada de autobús en la que habíamos quedado. Giré la esquina y allí estaba ella sentada moviéndose las puntas del pelo con cara de distraída. Retrocedí sobre mis pasos, me encontraba algo nervioso, para calmarme cargue la pipa y empece a fumar dando grandes caladas, Una vez que relaje un poco, volví a girar la esquina. Esta vez ella me vió. Para controlarme decidí andar con calma. Cada paso que daba retumbaba en mi interior. Había estado soñando con esa imagen durante meses, con esos ojos ahora reales que me delvovían la mirada. Me moría por recorrer cada una de sus curvas con mis manos. Cuando estaba lo suficientemente cerca ella se levantó. ¡Hola!. ¡Hola! Nos dimos dos besos de saludo, pero al cambiar de mejilla y rozar la comisura de sus labios, no pude contenerme. La cogí en un abrazo sin fin al mismo tiempo que la besaba.

viernes, 1 de enero de 2010

Primeros contactos (parte I)

Tanta prisa para nada. Pensaba mientras esperaba sentada en la marquesina. Gimena era una mujer joven de unos veintitrés años. Pelo moreno, un poco corto, una tez tersa y fina. Poseía un cuerpo bien armonizado, por mascarón de proa un ostentoso escote. Allí se encontraba moviéndose las puntas del pelo para distraerse de su retraso. Hacer esperar a una mujer no era digno de un caballero pensaba. En ese momento su figura apareció a la otra parte de la calle. Se iba acercando lentamente. Tenerlo tan cerca la ponía nerviosa y la excitaba al mismo tiempo. No se lo podía creer, al final lo iba a conocer. Iban ya varios meses desde que conoció su blog y lo empezó a buscar por las redes sociales de Internet. Le costo mucho conseguir su dirección de correo, y al final lo consiguió, quedar con él para conocerlo.
Estaba cada vez más cerca. El sonido de sus pisadas se hacia cada vez más y más fuerte. Le entro un tembleque en las piernas de la emoción, pudo disimularlo al estar sentada. Su figura cobraba cada vez más definición. Iba ataviado con abrigo largo, bufanda y bombin. Estaba fumando en su pipa mientras andaba. Cuando lo tuvo lo suficientemente cerca como para levantarse, vio que llevaba barba tal y como le había dicho, y su pelo algo más largo de lo común.
¡Hola1. ¡Hola!. Se dieron dos besos. Al cruzarse sus respectivos labios, no pudieron aguantarlo más, era demasiado tiempo persiguiendo ese sueño. Se besaron al mismo tiempo que un abrazo paraba el tiempo.