martes, 19 de abril de 2011

Nueva Casa

¡A fin!. Ya le habían dado las llaves de su nueva casa. Se trataba de una antigua casa reformada en pleno centro histórico de Trujillo. Situada cerca de la casa de Pizarro y de la cuesta que llevaba al castillo pasando por e pórtico. La casa constaba de un hall, una amplia cocina, un salón, un cuarto de baño y un dormitorio. Casi todas las paredes tenían un toque amarillento, por lo que al mínimo rayo de luz que entraba en la casa, esta quedaba como iluminada. En el techo de la cocina se encontraba una especie de trampilla Pero no alcanzaba a ella. Miro por toda la casa y no encontró nada para poder abrirla, por lo que se vio obligado a llamar a la inmobiliaria.

-Buenas tardes, ¿en que puedo atenderle?

-Buenas tardes. Me llamo Raúl soy el nuevo inquilino de la casa situada al lado del Bar Escudo y del restaurante Las Monjas, en el casco antiguo.

-Dígame Raúl, ¿en que puedo ayudarlo?

-Miré... estuve buscando algo con lo que poder abrir la trampilla que hay en la cocina, pero no encontré nada. Por lo que quería saber si puedo abrirla, o ¿no viene en el contrato?

-Si, si, usted tiene derecho al uso de la terraza, pues es por donde se accede, por la trampilla de la cocina. Si no recuerdo mal... se dejó en la despensa el utensilio con el que podrá abrir la trampilla.

-¡Ah!, vale, de acuerdo, muchas gracias.

-Gracias a usted por confiar en nosotros...

La línea se cortó. Fue hacia la despensa. La abrió y buscó el utensilio. Allí se encontraba al fondo, en una parte un poco oscura, por lo que seguramente no la vio la primera vez que observó la despensa. Lo cogió para abrir la trampilla. No consiguió abrirla al primer intento, ni al segundo, pero si al tercero. Al abrirla cayeron unas escaleras para poder subir. Miró por el hueco que había al otro lado de las escaleras y vio luz. “Esto será la terraza”, pensó, y acto seguido subió por las escaleras. Al principio le costo adaptarse a tanta luz después de estar en el interior de la casa. La terraza estaba compuesta por un murete bajo, pintado con cal, y media uralita por techo. Era ideal para colgar la colada y tomar el Sol. Acto seguido se dio cuenta que había como una especie de puerta a otra estancia, la cual se encontraba bajo el propio techo de la casa. Le entro curiosidad y se adentro a inspeccionar. Tenía que caminar agachado pues todo estaba abuardillado. A primera impresión pensó en ello como un lugar donde almacenar cosas. La estancia llevaba a otras por acceso simulando puertas, pero sin las mismas. Pero al ir visitando cada una de las estancias, se dio cuenta por las muescas en la pared que sería el lugar donde se curaban las matanzas. Pues el lugar era ideal para colgar los chorizos, los salchichones y los lomos. Al darse media vuelta se percató de algo que llamó su atención. Se trataba de un altar en miniatura, con un crucifijo y velas, las cuales estaban encendidas. Al lado del crucifijo había una foto antigua. La foto de tono sepia tenía manchas marrones por el borde derecho. La parte superior izquierda de la fotografía estaba rohida. En el centro de la fotografía había dos gemelas mirando fijamente hacia donde estuviera el objetivo. En ese mismo instante una brisa salió de la fotografía. La Brisa se convirtió en un olor fuerte de descomposición. Tuvo que apartar la mirada de la fotografía. Tosió bruscamente. Volvió a mirar la fotografía. ¡Las gemelas no estaban!. No podía creerlo. Alzo la vista y sus ojos presas del terror captaron una imagen espeluznante. Frente a él se alzaban dos cadáveres, probablemente de dos niñas pequeñas, que avanzaban hacia él. Se quedó paralizado presa del terror. Las manos putrefactas lo agarraron con una fuerza sobrenatural. Intentó librarse de ellas, pero era imposible. Todo empezó a darle vueltas en la cabeza, mientras le invadía una sensación de vació. Sonó como una pequeña y diminuta explosión al tiempo que caían al suelo una fotografía y un móvil. En la fotografía se mostraba a Raúl mirando fijamente hacia donde estuviera el objetivo. En ese instante en el teléfono volvió la línea.

-… que disfrute su nueva casa encantada.


PD: Dedicado a mi amigo Raúl y el susto que me lleve en su terraza.