Una brisa dulce
así como sabor a miel,
es la que ahora luce
pegada impregnando mi piel,
arreglando las cañerías de mi interior,
abriendo gota a gota,
el grifo del amor
que ahora a borbotones brota,
e inunda con su sudor
hasta el más lejano poro de mi piel,
dejando trozos de arañazos,
y combustión espontánea por arder
provocada por esos ojos color verdosa miel.
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