Evoco el recuerdo a la ciudad dorada
donde ancianos andan plácidamente
donde estudiantes pasan fugazmente
por tus calles, Salamanca.
En sus noches he sido embajador en Sodoma y Gomorra,
navegante en grandes mares de alcohol,
trapecista en la cuerda floja
arqueólogo en la búsqueda del amor,
lobo aullando a la Luna,
el demente que perdió la razón,
no siendo dos almas, sino una a una,
queriendo compartir el mismo corazón.
Así evoco el recuerdo a la ciudad dorada
a orillas del río Tormes,
recuerdo tus caricias en Salamanca,
la cual me grabo tu nombre.
1 comentario:
"Su subconsciente le traiciona
y muere
por comerle, a besos
la boca, el alma, el cuerpo.
Sus dedos sueñan
con desnudarla,
abrazarla, retenerla
a su lado y que no huya.
Que no se vaya.
Sueña con aquella verdosa miel.
Sueña con poder alcanzarla
y tenerla.
Retenerla, siempre cerca.
Aúlla para ver las
lágrimas de la luna llena.
Su razón está quemada por el juego.
No fía, teme, se aleja.
Sus cenizas no quieren sufrir
jugando con fuego,
las dudas, prefieren olvidar.
El miedo exige a la locura
un alto en el juego.
No se atreve a arriesgar.
Vacío, dolor, frío, muerte.
Tampoco quiere renunciar.
No pueden caber tantos besos
en unos pocos versos."
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