miércoles, 7 de abril de 2010

Ausencias

Moviendo el café de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, así un sin fin de veces. En el cenicero mi cigarro se consumía, al igual que el tiempo en mi espera. Cruzaba las piernas de derecha a izquierda de izquierda a derecha, ¡demonios! Pensé, ya no sabía como sentarme. Me parece que fue cuando esta totalmente decidido a comenzar a contar el gotele, cuando la vislumbre por la ventana.
La puerta se abrió dejando paso a unos tacones de vértigo, seguidos de unas medias que como hiedra iban trepando por unas esbeltas piernas, que a continuación dejaban una falda corta a medio muslo provocando a la imaginación con las curvas que guardaban, sobre el torso una rebeca roja sobre una camisa blanca abierta hasta medio pecho, que te decía entre líneas “entra y registra”, y sobre la rebeca caía por el lado derecho una coleta de un pelo negro azabache recogido.
Fue en el momento de llegar a sus ojos, cuando noté que el corazón hacia tiempo que me había dejado de latir, algo parecido a la brisa marina recorrió mi espalda hasta la coronilla cuando esos ojos se fijaron en mí, pues al mismo tiempo el semáforo dio luz verde a una sonrisa que acabo por arrancarme el corazón. Allí me encontraba yo, con la mismísima Afrodita ante mi, y yo sin nada que decir, sin nada expresar, ni un misero latido.

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