jueves, 26 de mayo de 2011

Lo ultimo que recuerdo razonando fue que la besé. Después de eso se apodero de mi la locura, y creo que de ella también. Tras haber estado esperando recuerdo levemente que luego fuimos avanzando lentamente, devorándonos el uno al otro en cualquier parte. Por mi parte, amante del riesgo que soy, prefería pararme en mitad de un paso de peatones. Ella se reía mientras me decía que estaba loco por hacerlo. Así a paso de tortuga llegamos a un hotel, donde esa noche no había prohibición para la pasión de dos locos enamorados.

Hasta ahí era donde mi mente quería recordar. El resto es un manojo de arañazos en la espalda, mordiscos cariñosos, creo que manos frías, y un nubarrón de imágenes de color carne opacas. Miré hacia mi derecha en búsqueda de mi tabaco y me lié un cigarro. No me lo fume, en su lugar me lo guardé. Observé un rato más como dormía, allí acurrucada a mi izquierda. La besé en los párpados diciéndole “duerme pequeña, duerme”. Dejé una nota diciendo que me iba. Anexo a la nota dejé mi número para que me llamara. Me vestí sin hacer ruido para no despertarla. Me puse el sombrero. Coloque el cigarrillo sobre mis labios y salí a la noche moribunda. Empezó a salir el Sol mientras caía unas cuantas gotas. Fue mirar el cielo y empezó algo más fuerte, así algo parecido a una lluvia débil. Me encendí el cigarro. Me encendí el cigarro mientras andaba bajo la lluvia. La lluvia caía suavemente sobre mi, y sobre mi sombrero. Alce la vista nuevamente para observar como amanecía. Mientras caía agua sobre mi, iba esbozando una sonrisa. Pues había pasado una noche maravillosa con ella.

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